Fecha: 24.Jun.2016
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..... CIUDADES COLOMBIANAS AHORRARÍAN EN ALUMBRADO PÚBLICO CON SMART CITIES

Nunca había sido un mejor momento para ahorrar energía en Colombia, y mucho menos para hacerlo fuera de casa. En las calles, el gasto en alumbrado público, que en ciudades como Bogotá se cifra en unos 11.000 millones de pesos al mes, también puede ser más eficiente: basta con integrar la tecnología a su gestión para ver ahorros de hasta un 80 %.

Para ello, según los expertos, la clave es incluir soluciones de Smart Cities, como se conocen a aquellas que involucran las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y conceptos como el Internet de las Cosas (IoT), a la administración de la energía.

Una dupla que, si se aplicara en países como Colombia, generaría un Alumbrado Inteligente y Conectado, lo que puede transformar a las millones de bombillas encendidas en el país a toda su capacidad, incluso en horas del día donde la iluminación natural las hace innecesarias, en una fuente importante de ahorro frente las crisis energéticas de las ciudades en la actualidad.

Si se integra la tecnología a través de, por ejemplo, la conexión de las luminarias con sensores y una red de comunicaciones inalámbricas que provee el control y la automatización necesaria, no solo se reduce el consumo de energía sino también el gasto público en su operación, explicó Fabio Enríquez Uribe, gerente regional de ventas de Cisco en Argentina, Colombia y Chile.

La Iluminación Conectada es uno de los casos de uso del IoT y las TIC con unos beneficios evidentes y retornos a la inversión positivos en la administración de las ciudades. Por un lado, la sola migración de luminarias tradicionales a tecnologías como la LED podría reducir los gastos en un 50 % y, por el otro, añadir conectividad e inteligencia aporta entre un 15 % - 20 % adicional al permitir controlar la potencia de las luces.

En el caso de las lámparas LED, estas permiten que sean controladas más fácilmente por la acción de la inteligencia proveniente de sensores y la red, por lo que las hacen un elemento primordial en una estrategia de iluminación pública conectada, comentó Enríquez, para quien un sistema interconectado es más fácil de mantener en funcionamiento óptimo.

Más beneficios de seguridad y optimización


Precisamente, detectar problemas en el suministro de manera ágil es otro de los múltiples beneficios de implementar soluciones de Smart Cities a la gestión energética. Hoy, el proceso de verificación del alumbrado se realiza por visualización punto a punto y de manera manual, pero con un sistema interconectado las fallas aparecerán inmediatamente en pantallas, lo que permite su reparación más eficiente pero lo más importante es poder monitorear su estado para planear proactivamente su mantenimiento y minimizar dichas fallas.

Otros ejemplos son en el servicio eléctrico en donde una red eléctrica más conectada y automatizada permitirá a la empresa eléctrica detectar dónde están las pérdidas no-técnicas de energía (por equipos en mal funcionamiento, robo de energía, malas mediciones u otras razones) corrigiendo dicha situación y ahorrando energía, consideró Enriquez.

Además, los beneficios también se traducen en seguridad. En ciudades como Bogotá, donde 337.000 puntos están iluminados (equivalentes a más de 15.000 kilómetros de vías y espacios), las autoridades han identificado alrededor de 14 puntos críticos por falta de luz. Ante ello, el ahorro en los costos que genera la Iluminación conectada puede liberar recursos para ampliar la red de suministro o incluso en programas sociales.

Definitivamente, las ciudades colombianas deben apuntar hacia una migración a iluminación LED pero digital, conectada, para no sólo reducir costos de energía sino también los operativos y de mantenimiento que hacen que el alumbrado público sea uno de los gastos más altos de toda administración, añadió Enríquez.

¿Cómo hacerlo?

La clave está en formar una sola red. Ese proceso permite la automatización de la operación del alumbrado para vencer los desafíos de la iluminación tradicional o analógica. Por ejemplo, los sensores que participan en la red detectan los niveles de luz natural alrededor de la luminaria permitiendo automatizar el encendido y apagado de la lámpara según se necesite.

También por la acción centralizada del operador, que puede programar la potencia de cada lámpara de manera individual, para bajar su consumo y así crear perfiles de iluminación por calles, sectores o por horarios según convenga.

Este modelo ya ha sido aplicado con éxito en varias ciudades del mundo, como Los Ángeles, Phoenix, Oslo, Estocolmo o Wellington, en donde sus sistemas inteligentes de alumbrado público conservan iluminación al 100 % durante las primeras horas de la noche cuando todavía hay mucho tráfico de personas y vehículos, pero luego lo disminuyen al 50 % o inclusive al 30 % después de la media noche para ahorrar energía.

Sin embargo, las ciudades en América Latina y en Colombia, en donde ya ha habido intentos importantes, aún no han dado el salto masivamente. Para ello, la regulación colombiana debería motivar estos cambios tecnológicos en las administraciones ya que los recursos liberados por la reducción de consumo eléctrico municipal pueden ser reinvertidos en proyectos sociales difíciles de cuantificar. Es el momento. Nunca había habido uno mejor, concluyó Enríquez.